23 dic 2012

“Posiblemente, Isora fue el último lugar donde se habló guanche”


NICOLÁS DORTA. DA. La historia de un pueblo es la de sus familias y descendientes. La genealogía define un camino interesante para descubrir las sociedades a través de los parentescos desde sus orígenes hasta la actualidad. Esto es lo que ha hecho Nelson Díaz Frías a lo largo de su labor como investigador, con más de una decena de libros sobre la vida de Arona, Adeje o Vilaflor y sus gentes.


Magistrado-juez decano del Palacio de Justicia de Arona, este vecino de Los Cristianos siempre busca hueco para indagar en los documentos antiguos, en los registros y archivos que rescatan el pasado y definen el presente. Así, Nelson Frías presenta hoy en el auditorio de Guía de Isora su último trabajo: Linajes Isoranos. Un Estudio genealógico acerca del municipio de Guía de Isora (Ediciones Idea. Thesaurus 2012). De este estudio, dividido en dos tomos con 400 páginas cada uno, se desprende que posiblemente las lejanas tierras isoranas fueron de las últimas en la geografía insular donde se habló y murió la lengua guanche, prácticamente desaparecida en el siglo XVII y donde hoy solo quedan palabras sueltas y topónimos. Fue la zona norte la primera en resistir y en conquistar y esta parte sureña era la que más presentaba un aislamiento geográfico tras la conquista española de la isla en 1496, como también Chasna, Güímar o Arico.
El trabajo de Nelson Díaz Frías muestra que la población isorana tiene como base la población indígena, pues el municipio, llamado inicialmente Malpaís de Isora, perteneciente al menceyato de Adeje, se integraba en el territorio hasta Arguayo (Santiago del Teide), según datas y documentos del siglo XVI.
El autor subraya en su libro que el Malpaís, denominado posteriormente Isora a secas (escrito también Ayzora, Zoran, Zora e Ysora) hasta bien entrado el siglo VII, estuvo poblado desde el siglo XVI por familias guanches y aborígenes gomeros con nombres cristianos, como Alonso de Espino o Catalina de Aníbal, a los que se les dio tierras en Isora desde 1506 y que fueron fundamentales para definir el paisaje poblacional posterior.
Así, hoy estos apellidos nativos, según las investigaciones de Nelson Frías, se reflejan en los Baute, los Guanche, Los Meneses, Los Trujillo, o indígenas gomeros como los Vargas, como Pedro de Vargas, que adoptó el apellido castellano posiblemente de una familia cántabra asentada en Gáldar o en Guía de Gran Canaria.
También, el trabajo del magistrado, cuyo prólogo está escrito por Humberto Hernández, catedrático de Lengua Española en la Universidad de La Laguna, además de miembro de la Academia Canaria de la Lengua y vecino de Guía, explica que la abundancia de agua, y por lo tanto, de tierras, hizo que Tejina y El Pozo (conocido como Guerguera) fuesen unas de las primera poblaciones de los que es hoy Guía de Isora.

Poco a poco a partir del siglo XVII la población isorana se fue mezclando con la de Santiago del Teide, Adeje, Abona, Icod de Los Vinos y otras zonas del norte hasta formar un crisol de familias y apellidos que definieron esas “partes remotas de la Isla”, como cita Frías en su libro en base a los documentos de casamientos o de bautismo que escribieron los curas párrocos.




Pasado el siglo XVII fue cuando Guía de Isora se fue formando como municipio, cuando reclamaba la independencia de la ermita Nuestra Señora de Guía frente a la Iglesia de San Fernando en el Valle Santiago.
En el siglo XVIII apenas tenía 150 vecinos repartidos en la costa y medianías. Luego vino la Constitución de Cádiz de 1812, que propició el primer ayuntamiento isorano ante una tierra donde primaba del cultivo de cochinilla, la grana o el nopal que daría paso posteriormente, ya entrado el siglo XX, al esplendor de la agricultura con el plátano el tomate y la papa. La pesca en Alcalá y Playa de San Juan también dio sus frutos, generó economía y, por lo tanto, familias y nuevos parentescos, sobre todo con La Gomera, que Nelson Frías recoge en su estudio.

Los apellidos que forman un pueblo lejano

Según Nelson Frías los “grupos humanos”, como así los define en una parte de sus Linajes Isoranos, que determinan la población isorana están formados por guanches, gomeros, palmeros, herreños, grancanarios, lanzaroteños y majoreros, españoles, portugueses, familias de Adeje y Chasna, y linajes franceses, italianos y antiguos esclavos africanos. Así, el autor desglosa en 89 apellidos cómo las familias influyeron llegando a Guía de Isora de diferentes puntos y cómo a su vez se fueron mezclando unas con otras hasta definir a la población. Así, por ejemplo, el apellido Brito, según Frías, es originario de Portugal, instaurado en Canarias en el siglo XV y XVI. Los Brito tinerfeños proceden de El Hierro y el antepasado de la familia isorana Brito se puede encontrar e Julián Brito, que se casó con María Mendoza y fueron vecinos del Puerto de La Cruz del siglo XVIII. Otro ejemplo, el apellido Casañas es de origen italiano de la ciudad Cassano D’Adda. El Casañas isorano, como el de Adeje, proviene de El Hierro, deduce Díaz Frías.

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